La Agencia De Protección Medioambiental Estadounidense

La Agencia de Protección Medioambiental Estadounidense (EPA) reveló en el 18 de septiembre de 2015 que Volkswagen había manipulado el funcionamiento de sus coches para falsear las cifras de emisiones contaminantes a la baja. Cuando los vehículos eran puestos a prueba para medir sus emisiones no proporcionaban una medida exacta de sus propias emisiones contaminantes. Según la EPA, en circunstancias reales de conducción, los niveles de contaminantes eran muchas veces superiores a los indicados por los vehículos. Dos días después, el presidente de la junta ejecutiva en ese momento, Martin Winterkorn, declaró que la firma había iniciado una intensa investigación para descubrir el origen del engaño.

El sistema informático que Volkswagen instaló en sus motores era capaz de detectar cuándo el coche estaba siendo sometido a esas pruebas y de este modo, reducir las emisiones considerablemente. El sistema de navegación del coche estaba conectado con la unidad de mando del motor para activar un programa que falseaba las emisiones. Cuando el sistema reconocía, analizando factores como la posición del volante, la velocidad, la presión barométrica y el tiempo de funcionamiento del motor, que el coche no estaba en la carretera, sino en un banco de pruebas, se activaba un programa que reducía las prestaciones del motor, reduciéndose así las emisiones contaminantes entre 10 y 40 veces menos de lo real, según la EPA.

Cerca de 482.000 vehículos de Volkswagen y de Audi fueron afectados por este suceso en Estados Unidos entre 2009 y 2015, pero se estima que hay hasta 11 millones de vehículos afectados en todo el mundo. En concreto, se tratan de los modelos Jetta, Golf, Passat y Beetle, además del Audi A3. Todos equipados con motores diésel TDI de cuatro cilindros.

El problema inició en el 2005 cuando el grupo de ingenieros de Volkswagen no fue capaz de llegar a las emisiones adecuadas de óxidos de nitrógeno para la efectividad objetivo. Para evitar la problemática, crearon un software que permitía pasar los controles sólo cuando se estaban realizando las pruebas de emisiones. Los coches diésel necesitan dos tipos de filtros. Uno se utiliza para reducir la generación de ceniza, que contiene benzopirenos, una sustancia muy dañina para la salud. El usar este filtro ya encarece el precio del automóvil. El otro filtro se utiliza para retener o transformar las emisiones de óxido de nitrógeno, lo que se puede conseguir con un depósito adicional llamado AdBlue, que encarece el precio aún más. Adaptar los coches a las normativas de emisiones (ya sea C02 o NO) supone un desembolso extra de entre 500 y 600 euros por unidad. Martin Winterkorn, anunció que reducir cada gramo de CO2 costaba a la industria automovilística una inversión de unos 100 millones de euros. Con este sistema, podían ahorrarse ambos filtros y reducir considerablemente el precio por unidad.

A causa de este suceso, Volkswagen ha recibido miles de demandas, además ha perdido credibilidad y percepción de calidad del producto que ha deteriorado su imagen y que ha provocado la caída de las acciones en bolsa. El grupo se enfrenta a una multa que llegaría a 37.500 dólares por vehículo manipulado, siendo en total, unos 18.000 millones de dólares. La pérdida total se estima ser de 25 mil millones de dólares aproximadamente.

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